El Minoxidil es un vasodilatador que, en principio, se usaba de forma exclusivamente oral para tratar a pacientes con presión sanguínea alta. Ha resultado eficaz en sujetos con las formas de hipertensión arterial más graves y resistentes a fármacos.
Fruto de la casualidad, se descubrió que tenía unos efectos
secundarios muy interesantes, consistentes en crecimiento capilar y
regresión de la alopecia.
En los 80, una compañía farmacéutica con sede en
Michigan, Estados Unidos, comenzó a producir una disolución con
minoxidil concentrado al 2% para tratar la calvicie
y la pérdida de cabello, bajo el nombre comercial norteamericano de
Rogaine. En el resto de países extranjeros se llamó Regaine.
Normalmente, los tratamientos basados en minoxidil tienen como
concentración un 5% si están destinados a hombres, y un 2% si en cambio
están destinados a mujeres.
Después de ser aplicado, el Minoxidil actúa sobre el
cuero cabelludo, dilatando los vasos sanguíneos y permitiendo el ingreso
del medicamento a la sangre, lo que oxigena y fortalece el folículo.
Dentro de su acción activa los canales de potasio, con lo que produce la
hiperpolarización de las membranas celulares e impide que el calcio,
sustancia que hace que los folículos detengan el crecimiento del
cabello, llegue hasta allí y cumpla su función.
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